El autor Richard Louv, en su libro “el último niño en el bosque” (The last child in the Woods) (2005), acuñó el término de Desorden por Déficit de Naturaleza (Nature Deficit Dissorder). No es un término médico, pero sí un problema real con manifestaciones y consecuencias reales. Los humanos estamos diseñados para estar en la naturaleza, al estar alejados y aislados de ella por largos períodos de tiempo trae consecuencias negativas. La autora Connie Matthiessen (2017), resume los costos de este desorden planteados por Louv entre los que destacan la disminución del uso de los sentidos, problemas de atención e índices más altos de enfermedades físicas y emocionales como la obesidad infantil, el déficit de atención, déficit de atención e hiperactividad, depresión, entre otros. Por otro lado, de acuerdo a Lauren Knight (2016), quien resume los hallazgos de Louv y otros investigadores, pasar tiempo en la naturaleza expuestos a una infinidad de experiencias sensoriales, trae enormes beneficios como mejoras en la concentración, mejor coordinación motora, mejor funcionamiento cognitivo, mayor habilidad para el juego creativo, disminución de los síntomas de desórdenes y enfermedades mentales, desarrollo de habilidades emocionales e intelectuales, mejora del sistema inmunológico, reduce la ansiedad, entre muchas otras cosas.