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La nueva normalidad que estamos viviendo ante los tiempos de la pandemia nos ha llevado ha llevado a criar a nuestros hijos en el encierro, sin salir de la casa, utilizando la tecnología en cualquier lugar y en cualquier momento, siempre conectados al Internet; pero ¿qué tan conectados están con ellos mismos y con el mundo natural?

El autor Richard Louv, en su libro “el último niño en el bosque” (The last child in the Woods) (2005), acuñó el término de Desorden por Déficit de Naturaleza (Nature Deficit Dissorder). No es un término médico, pero sí un problema real con manifestaciones y consecuencias reales. Los humanos estamos diseñados para estar en la naturaleza, al estar alejados y aislados de ella por largos períodos de tiempo trae consecuencias negativas. La autora Connie Matthiessen (2017), resume los costos de este desorden planteados por Louv entre los que destacan la disminución del uso de los sentidos, problemas de atención e índices más altos de enfermedades físicas y emocionales como la obesidad infantil, el déficit de atención, déficit de atención e hiperactividad, depresión, entre otros. Por otro lado, de acuerdo a Lauren Knight (2016), quien resume los hallazgos de Louv y otros investigadores, pasar tiempo en la naturaleza expuestos a una infinidad de experiencias sensoriales, trae enormes beneficios como mejoras en la concentración, mejor coordinación motora, mejor funcionamiento cognitivo, mayor habilidad para el juego creativo, disminución de los síntomas de desórdenes y enfermedades mentales, desarrollo de habilidades emocionales e intelectuales, mejora del sistema inmunológico, reduce la ansiedad, entre muchas otras cosas.

Así que, volviendo a la pregunta inicial ¿Por qué los niños deben de tener contacto con la naturaleza?, la respuesta es simple. Para mantener su salud y bienestar integral, para mejorar el desarrollo de habilidades motrices, intelectuales y emocionales, y para prevenir o disminuir problemas de salud y desarrollo en las diversas áreas.

Como cualquier actividad, el estar al aire libre y en contacto con la naturaleza conlleva sus riesgos. ¿y si se cae? ¿y si se lastima? ¿y si le pica un animal venenoso? ¿y si se quema con el sol? ¿y si se enferma por estar expuesto al frío? ¿y si arruina su ropa por jugar con lodo? ¿y si …?. Además, salir implica mucha planeación para que no falte nada y para que todo sea seguro y hay que invertir tiempo supervisándolos, etc. Claro que salir implica un riesgo y requiere de más tiempo de planeación, pero al comparar los riesgos y beneficios de estar en la naturaleza con los de crecer encerrados, enchufados a la tecnología y alejados del mundo natural, queda claro cuál es la mejor opción para los niños y para todos los que estamos a su alrededor con niños.

Te invitamos a que nos sigas en nuestras próximas capsulas donde estaremos dando rutas, consideraciones y algunas recomendaciones que debes de tomar cuando llevas a los niños a vivir la el contacto con la naturaleza.

Coach de vida y coach deportivo en montañismo desde 2002. certificado en primeros auxilios, rescate en aguas en movimiento, rescate vertical y administración de riesgos en áreas silvestres. Ha conquistado las cimas más altas México, África y América, Ecuador, Perú entre otras. Además de facilitar programas de educación experiencial para adolescentes y niños desde 2007.


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