Llegó la hora de descender otra vez en rapel y fue también una de las partes más divertidas. Aquí va lo difícil, ahora teníamos que hacer ese camino lleno de piedras de nuevo pero de bajada, llamado el “chorreadero”. En esta parte me desesperé mucho porque me caí varias veces, pensé que no iba a poder pero afortunadamente Alex siempre estuvo ahí para ayudarme en el descenso, por lo que siempre me sentí segura.
Mi experiencia en el Nido de los Aguiluchos la puedo describir como algo que nunca había vivido, estando en la cima me di cuenta que, veces antes, según yo me había salido de mi zona de comfort, pero no….esta era la primera vez que hacía algo que realmente me sacaba de todo lo que había vivido anteriormente, comprendí cuantas cosas me había perdido por estar tan inmersa en un mundo banal y lleno de cosas superficiales…comprendí que existen otros mundos, otras personas, personas de las cuales podía aprender sin fin de cosas. A veces estamos tan sumidos en nuestra burbuja que no nos damos cuenta de las maravillas que tiene la naturaleza para nosotros y creo que cuenta mucho quienes estén presentes en tu iniciación al senderismo porque de eso depende que quieras regresar o nunca más quieras ir…a partir de esta experiencia comencé a buscar más planes “outdoor”, he conocido vistas hermosas, maneras de pensar increíbles, anécdotas, risas, etc… creo que lo más valioso de es que me enriqueció mentalmente.